Javier Gil

«Una de las causas principales de empobrecimiento entre la población es el vivir de alquiler»

Javier Gil es investigador y activista por el derecho a la vivienda. Recientemente ha publicado el informe ¿Cómo afectará el control del precio de los alquileres a los caseros” (La hidra) con unos resultados muy reveladores, sobre los que le preguntamos en esta entrevista.

En el recién publicado informe “¿Cómo afectará el control del precio de los alquileres a los caseros” sostenéis que el régimen de tenencia de la vivienda revela importantes desigualdades socioeconómicas entre hogares. Con la información estadística disponible, ¿cuáles son esas diferencias?
El sistema de propiedad de la vivienda refleja desigualdades sociales muy importantes. Básicamente los caseros se sitúan entre las rentas más altas de la población y los inquilinos entre las más bajas. Y no sólo es reflejo de la desigualdad social, sino que es un factor condicionante, es decir, que el sistema de propiedad de la vivienda condiciona y produce esas desigualdades sociales.


Por lo tanto, el mercado de alquiler transfiere riqueza de los hogares de menor renta a los hogares de mayor renta. Eso hace que el alquiler se haya convertido en una de las principales causas de empobrecimiento entre la población.
Ahora mismo una de las causas principales de empobrecimiento entre la población es el vivir de alquiler, porque los inquilinos son los sectores con las rentas más bajas y a ello se le suma que tienen que dedicar gran parte de sus ingresos al pago del alquiler, lo que repercute en su condición de empobrecimiento. Al mismo tiempo, las familias de mayor renta amplían su patrimonio gracias a las rentas que se les transfieren del alquiler.


El giro neoliberal del capitalismo dio como resultado la desarticulación del movimiento obrero y los sindicatos, la desindustrialización, el fin del estado de bienestar... y generó un nuevo sujeto, la clase media, cuyo rasgo principal es el tener la vivienda en propiedad. Con el neoliberalismo se rompe toda organización o cultura de lo común y lo colectivo y se genera una situación de atomización donde se dice que todo lo que necesitas es gestionar bien tus recursos, acceder a crédito y comprarte una vivienda, una vivienda que se revalorizará con el paso de los años. Por lo tanto, tu patrimonio ya no va a depender de tu salario y de que luches con tus compañeros de trabajo por mejores condiciones laborales y mejores salarios, sino simplemente de que el precio de tu vivienda siga subiendo. El precio de la vivienda desde los años 80 hasta el 2008 ha subido mucho más que los salarios. Eso genera una nueva subjetividad, una nueva forma de verse en el mundo.


Ese modelo se rompe en 2008 y vemos que los hijos y las hijas de esas clases medias cada vez tienen más dificultades para acceder a una vivienda en propiedad. A ello se le suma que esa nueva generación se encuentra con un mercado de alquiler completamente inasequible e inaccesible, es decir, ya no pueden acceder a una vivienda en propiedad, pero tampoco a un mercado de alquiler que no sea abusivo y no signifique transferir gran parte del sueldo al casero.


Esa realidad influye en cómo se configuran las clases sociales. Ahora ya no depende tanto de los ingresos, porque si gran parte del salario se va al pago del alquiler porque no tienes una vivienda en propiedad es muy difícil que por mucho que trabajes salgas de una situación de empobrecimiento, de precariedad generalizada y vital. El futuro de nuestra generación va a estar marcado no ya tanto por el empleo o por el salario, sino básicamente porque heredes o no una vivienda en propiedad.


En ese contexto, ¿las políticas de regulación de precios de los alquileres pueden contribuir también a la lucha contra el empobrecimiento?
Sí, claro, necesitamos un marco de intervención política porque toda esta situación se ha generado políticamente. Hay que revertir todas las políticas de financiarización y mercantilización de la vivienda y apostar por políticas que favorezcan el valor de uso. Que una vivienda sea un hogar, que esa sea su función social, y no fomentar su valor de cambio como un activo financiero o económico.
Ahora mismo la medida más urgente es limitar los precios de los alquileres, intervenir los precios y bajarlos por ley, acoplándolos a los salarios de la población y de los hogares. Fruto del mercado especulativo se han desacoplado por completo los precios de los alquileres de la economía de los hogares, de las economías familiares. Vivimos en una especie de burbuja permanente sostenida políticamente.


Uno de los principales argumentos esgrimidos contra la regulación de precios de los alquileres es que plantearía un dilema distributivo: legislar a favor de los inquilinos perjudicaría gravemente a los caseros. ¿Es eso cierto?
Como demostramos en el informe eso es completamente mentira. Se nos dice que no se puede regular el mercado del alquiler por dos razones que están conectadas: porque los alquileres están en manos de particulares que necesitan ese ingreso para llegar a fin de mes, y porque, por lo tanto, si regulamos los precios para reducir la precariedad o el empobrecimiento de los inquilinos sin querer lo que estaríamos haciendo sería transferir la vulnerabilidad del inquilino al casero.
Pero la realidad es que no estamos hablando de un mercado articulado entorno a pequeños propietarios, ni de caseros vulnerables, como nos lo quieren hacer ver. Los resultados del informe señalan que hay una diferencia de renta enorme entre el grupo de caseros y el grupo de inquilinos. La renta de los caseros más que duplica la renta de los inquilinos y en las distintas estimaciones que hemos hecho sale que si ahora mismo se les quitase a los caseros todos los ingresos que reciben del alquiler seguirían siendo la parte de la población más rica. Estamos hablando de que el alquiler se ha convertido en un medio fundamental de enriquecimiento de la parte de la población que ya de por sí es más rica. Es un mecanismo que disparará la desigualdad existente.


Para sostener ese discurso se ha construido un imaginario en torno a lo que vosotros llamáis “caseros vulnerables”. ¿Sobre qué tópicos se ha construido esa figura? ¿Con qué intenciones?
Se quiere seguir manteniendo esa representación de un mercado controlado por pequeños particulares que han trabajando mucho para conseguir esa vivienda y necesitan ese ingreso extra para llegar a fin de mes. El mito de la anciana que necesita ese ingreso para pagar la residencia etc. En el informe demostramos que esas representaciones son mitos, ese tipo de figuras que tanto se representan en los medios de comunicación, que tanto utilizan algunos políticos… se utilizan como escusa para no regular el mercado. Que prácticamente no haya datos entorno a la estructura de propiedad inmobiliaria es precisamente para que se pueda seguir reproduciendo ese mito y legitimando que no se regule el mercado.
Esa representación sirve para sostener una relación de explotación y de transferencia de riqueza, y legitimarla a través de generar un marco cultural y subjetivo que distorsiona la realidad. Con eso lo que acaban consiguiendo es que la población que incluso es perjudicada por este sistema acabe defendiendo un marco legislativo que no le viene bien. Espero que informes como este ayuden a desbloquear este marco.


Y, ¿qué dicen las evidencias estadísticas al respecto? ¿Se corresponde con los caseros reales?
Los caseros son la parte de la población más rica, que no necesita de los ingresos del alquiler para llegar a fin de mes. Una población a quienes si les quitamos todos sus ingresos, todas la rentas que obtienen de sus alquileres, siguen siendo la parte la población más rica, siguen siendo más ricos que los inquilinos, pero también que las personas que viven en una vivienda de su propiedad. Por lo tanto, nos podemos permitir que se intervengan los precios y no sólo que se congelen, que se bajen los precios de manera significativa. En términos económicos estos hogares se pueden permitir que haya una gran intervención de los precios y que se les reduzcan de manera considerable las rentas. Precisamente por ese margen de diferencia que hay entre los caseros y el resto de la población.

Y eso no significa que se transfiera la vulnerabilidad del inquilino a los caseros. Todo lo contrario. Ellos seguirían siendo la parte de la población más rica aunque no tuvieran ingresos de sus alquileres. Eso también significaría mucha más capacidad de consumo para la población inquilina lo cual también revertiría en la economía productiva, en la economía de barrio. No serían ingresos que se van al casero, que mucho de ese dinero se convierte en capital que se vuelve a invertir en vivienda para acumular.


Otro de los debates que se está dando es que sólo se debería de intervenir a los multipropietarios.
En el informe llegamos a la conclusión de que una regulación que sólo afecte a un tipo de propietario, a un tipo de casero, va a fallar. No va a ser efectiva porque no va a afectar a todo el mercado donde se debería de aplicar. Si sólo aplicas las medidas en un tipo de viviendas en alquiler esa regulación no va a bajar los precios, no va a tener los resultados esperados. Lo que necesitamos es una regulación general. Y ya nos hemos dado cuenta de que los caseros son el sector más rico de la población, por lo que se puede llevar a cabo ese tipo de intervención.

Javier Gil
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