Yayo Herrero: Trabajos y modelos productivos en la crisis sitémica

Reflexiones sobre el cambio del modelo productivo.

Elementos de partida que obligan a pensar en un cambio de modelo productivo y que además, nos obligan a pensar que es urgente hacerlo. 

 

yayo herrero YAYO HERRERO es Antropóloga, Educadora Social e Ingeniera Técnica Agrícola; Directora General de FUHEM; profesora-colaboradora de la Cátedra Unesco de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible (UNED); miembro del consejo editorial de Hegoa y del consejo de redacción de Papeles. Fue Coordinadora Confederal de Ecologistas en Acción entre 2005 y 2014, organización de la que sigue formando parte.
 

El marco, es el de la crisis global. Una crisis global que viene manifestada por el hecho de tener un modelo económico, hegemónico, político y también cultural que se desarrolla de espaldas a las bases materiales que sostienen la vida. Es decir, es un modelo, que pretende crecer de forma ilimitada sobre una base física, que sin embargo, sí que tiene límites. Y, esto, marca una serie de tensiones, de contradicciones importantes, que se han terminado convirtiendo, en una crisis global ecológica.

Pero, además hay otras contradicciones y, las contradicciones vienen dadas por el hecho de que además vivimos en sociedades patriarcales, que tienen una forma de división sexual del trabajo, y, tienen una serie de convicciones y de mitos sobre lo que somos las personas, que también hace que estemos en contradicción con otra parte de las bases materiales que sostienen la vida. De ambas contradicciones surgen enormes violencias y, enormes injusticias, que vamos a tratar de desgranar muy sintéticamente.

En el plano ecológico.- En otros ejes de trabajo de estas III Encuentros Ecosocialistas, nos hemos encontrado con que estamos atravesando una profundísima crisis de energía y materiales. Es decir, una crisis de energía, que viene dada por el hecho de haber alcanzado ya hace años el pico del petróleo convencional. Una crisis de energía que viene dada, por el hecho de que además, las fuentes hipotéticas incluso de energía fósil que van quedando, tienen unas tasas de retorno energético mucho menores. Es decir, cada vez cuesta más energía generar la propia energía. Y, unas alternativas, que son capaces de satisfacer las necesidades humanas, pero de ninguna manera, al ritmo de consumo actual que son las energías renovables incipientes. Son fuentes energéticas que tienen unas tasas de retorno mucho menores que el petróleo de gran calidad, que permitió construir la civilización industrial; con todas sus injusticias, pero que permitió que en algunos sectores del mundo, se pudiera vivir con muchos más recursos de los que existían en sus propios territorios.

 

“Una crisis global que viene manifestada por el hecho de tener un modelo económico, hegemónico, político y también cultural que se desarrolla de espaldas a las bases materiales que sostienen la vida. Es decir, es un modelo, que pretende crecer de forma ilimitada sobre una base física, que sin embargo, sí que tiene límites”

Por tanto, hoy tenemos una contradicción esencial. De vez en cuando aflora el discurso favorable a la energía nuclear. Yo no me voy a detener en lo que desde el movimiento ecologista hemos trabajado más, que es la potencial peligrosidad de sus instalaciones y, el hecho de generar residuos que tienen que ser custodiados y gestionados, miles de años después de que hayan sido generados. Sino que me voy
a parar muy sintéticamente en otro aspecto estructural, que es que la energía nuclear depende de otro mineral no renovable que es el uranio, que tiene también calculado su propio pico de extracción, que ahora mismo se calcula para dentro de unos 50-60 años a ritmo de consumo actual. Y, teniendo en cuenta que la energía nuclear ahora mismo, proporciona un pequeño porcentaje sólo de energía eléctrica.

Por tanto, nos pongamos como nos pongamos, la humanidad va a tener que vivir globalmente con menos energía. Y, además está abocada a vivir con energía que proceda de fuentes renovables. Aquí, enlazamos con la crisis de materiales. Para poder transitar a un modelo basado en renovables, necesitamos construir una enorme cantidad de aerogeneradores, de  placas solares y de infraestructuras que necesitan minerales de la corteza terrestre que también son finitos y que también algunos de ellos tienen sus picos de extracción próximos. Es decir, de seguir con este modelo material, puede que llegue un momento en el que sea físicamente imposible realizar una transición a un modelo energético basado en renovables que sea capaz de cubrir las necesidades de las mayorías sociales.

Por tanto, la crisis de energía y materiales, pone en jaque el actual modelo productivo que ya de por sí era injusto. Pero es que además, lo hace inviable físicamente en el tiempo.

 

alterecosoc tailerra 2

Otro elemento central en el que no me voy a detener mucho, es el del cambio climático. El cambio climático supone un riesgo enorme para las poblaciones, para las poblaciones humanas con, alteraciones de la polinización, es decir reproducción de las plantas; alteraciones sobre la fotosíntesis y, tengamos en cuenta que a la humanidad lo único que le separa de su propia extinción es un año sin cosecha, es que sin fotosíntesis no hay vida. Que pone también en riesgo y se materializa en la acidificación de los óceanos y por lo tanto, de la desaparición paulatina de la vida que hay dentro de los océanos, procesos de contaminación masiva, la inundación de franjas litorales y costeras…

Es decir, el cambio climático nos lleva de forma clara a un factor que pone en riesgo el conjunto de la vida humana y también de parte del resto de la vida y que afecta de forma mucho más intensa por el momento, a aquellos sectores que económicamente son más vulnerables. Si hablamos también de la pérdida de biodiversidad, hablamos de fenómenos de contaminación masiva, del acaparamiento de tierra. Tenemos servido un panorama ecológico, que tenemos que mirar de frente, y que paradójicamente, la mayor parte de los debates políticos y económicos de todos los sectores, o casi todos los sectores, (izquierda emergente, no emergente, de todo tipo..) están “a por uvas” de este debate, en nuestra opinión.
Por tanto, el cambio, el cambio de modelo energético, el cambio de modelo productivo, va a ser sí o sí, porque lo van a imponer los límites físicos. Lo que está en juego, es cómo ocurre y, para eso, la correlación de fuerza y, el ejercicio del poder que haya, es absolutamente central.

El cambio ecológico es de tal naturaleza, que un grupo de científicos asociados a la geología, han aprobado cambiarle el nombre a la era. Se ha hecho ya evidente por parte de la comunidad científica. Se estima, que desde el año 1950, ya no vivimos en el Holoceno, una era geologíca dentro del cuaternario, sino que vivimos en el Antropoceno porque es la especie humana la que se ha convertido en la mayor moderadora de la corteza terrestre y mayor “ingeniera” de los sistemas de la vida.

Podríamos haber pensado, y ha sido un debate constante con compañeros y compañeras de los sectores de la izquierda, que al menos tanto destrozo de la naturaleza ha traído un enorme bienestar. Y, lo que vemos cuando lo analizamos en una perspectiva amplia, es que este modelo, además en el plano humano, ha ido profundizando en las desigualdades en todos lo ejes de dominación.

De primeras, para construirlo en Europa y, en los sectores ricos, fue necesario saquear y expoliar en procesos coloniales y neocoloniales, los países de la periferia. No hubiera sido posible montar el modelo de Estado de Bienestar, tal cual se concibió después de la II Guerra Mundial, si no hubiera sido por un proceso de saqueo de esos recursos que han podido de alguna manera componer ese metabolismo. Por tanto, la ficción de un Estado de Bienestar que se ha mantenido durante apenas treinta años, los treinta gloriosos para algunos sectores, se han construido con cargo al resto del mundo. Y ahí, los datos de huella ecológica, nos muestran de forma evidente, como los estilos de vida que tenemos en Occidente, solamente se pueden sostener, gracias al acaparamiento y utilización de cantidades ingentes de recursos de otros lugares.

 

“Tenemos un techo ecológico que no hubiéramos debido superar y está pulverizado. Pero tenemos también un mínimo suelo de necesidades por debajo de las cuales no se pueden vivir vidas decentes. Entre ese techo ecológico y, ese suelo de necesidades es donde es posible construir vida buena”

En segundo lugar, lo que nos encontramos, es que según se va profundizando en la dinámica de agotamiento o de deterioro de la naturaleza, esa periferia cada vez se va agrandando más. Y, ahora mismo ya fruto de las crisis económicas de los últimos años, vemos como el Sur de Europa se empieza a conformar una nueva periferia, que se segrega de lo que hasta ahora era ese pequeño mundo rico. Es decir, empieza a producirse, alguna persona lo llama una “sudamericanización”, porque empezamos a sufrir los mismos procesos de ajuste estructural que antes vivieron en otros países. Es decir, esa crisis que nosotros tenemos aquí ahora, es la crisis endémica y permanente que han tenido previamente en otros países saqueados. Y, aparecen, todas las dinámicas de desempleo galopante, de exclusión o el proceso de empleados y empleadas pobres. Porque ya, las propias condiciones laborales son generadoras de pobreza. El trabajo deja de cumplir la función social de librarte de la pobreza, y, la función también económica de salvarte de la precariedad. Esta situación nos la estamos encontrando desde hace tiempo.

Pero hay otra situación de profunda crisis, una crisis urgente, que con frecuencia está mucho más escondida, aunque tenemos todos los elementos para poder analizarla. Es la crisis de la reproducción cotidiana de la vida. Hay, una segunda dependencia material aparte de la naturaleza, que es la dependencia que todos los seres humanos tenemos de otros que nos rodean. La supervivencia de un ser humano en solitario es imposible. Siempre hace falta otras personas que a lo largo de toda la vida pero, sobre todo, en algunos momentos del ciclo vital sostengan esos cuerpos vulnerables de los que vive la vida encarnada. Hablamos de la infancia, hablamos de la vejez, en una población como la europea extremadamente envejecida, hablamos de la discapacidad o la diversidad funcional a lo largo de todo el período vital… Estas vidas no pueden mantenerse, tampoco en el plano material, si no hay gente que cotidianamente dedique tiempo y energía a mantener esos cuerpos.

Estas tareas, que están escondidas mayoritariamente dentro de los hogares, cuando están en el mercado son los trabajos peor pagados, más invisibilizados, y más precarios que existen, y esas tareas son mayoritariamente realizadas por mujeres. No porque las mujeres estén mejor dotadas genéticamente para hacerlas, sino porque en las sociedades patriarcales, el modelo de división sexual del trabajo imponen que las hagan las mujeres, con mecanismos simbólicos, culturales y económicos. La idea del amor, el amor esencializado sobre las mujeres, la idea del deber o el propio miedo porque los hogares son muchas veces los espacios más violentos para muchas mujeres, obligan a que sean ellas quienes los realizan. Y eso también tiene límites.

Estamos viendo en la prensa los “bocados” que se le han metido al Fondo de Reserva de Pensiones. Estamos viendo también en la prensa constantemente como se ha cambiado la pirámide demográfica. Si yo vengo de una familia de cinco hijos que cuidan a una madre porque mi padre ya murió, de los otros cinco, solamente tres han tenido hijos. Y, alguno de nosotros ya no vivimos con los padres con los que los engendramos, que a su vez tienen otras parejas. Es un chascarrillo, pero, a mi hija, por ejemplo, si fuera bajo la lógica patriarcal, le tocaría cargar con cuatro, y con algún trozo de alguno de los tíos que no tienen hijos.

A lo que me refiero, es que además de ser injusto y patriarcal, es que además no es físicamente mantenible. Por tanto, o la sociedad se hace cargo de la protección de la vida vulnerable y se asume una mirada feminista sobre la cuestión del reparto de los trabajos o aquí, a nivel de protección social y a nivel de mantenimiento de los cuerpos, vamos a tener unos problemas enormes, como ya los empieza a tener un montón de gente.

Esta crisis global, se transforma en una crisis civilizatoria porque vivimos en unas sociedades que mayoritariamente permanecen anestesiadas ante lo que estamos viviendo. Que no lo ven, que no lo miran y, que se conforman muchas veces con los discursos limitados y miopes que vemos en muchas campañas electorales. Que, no abordan, no afrontan o no entran de lleno en algunos de los procesos y de los problemas estructurales que estamos teniendo.
La clave es visibilizar el metabolismo social de una forma completa. El metabolismo social es lo que hace que las personas y las sociedades nos podamos reproducir cotidianamente. Parte de unos bienes fondo, que son procesos de la naturaleza, que nadie fabrica y que nadie ha diseñado, como puedan ser lo ciclos naturales de los que tenemos en la corteza terrestre. Y, parte también de la existencia de personas que son bienes fondo.

 

“Resignifiquemos esa lucha de clases. Ya no nos encontramos sólo con un contradicción capital-trabajo, sino que nos encontramos también con que el modelo productivo tiene que incorporar las relaciones con la naturaleza y las relaciones entre las personas porque sin ellas, no hay modelo productivo”

Con personas y naturaleza se van produciendo una serie de procesos de mediación que terminan y vamos generando los bienes y servicios que nos sirven para mantener las necesidades. ¿Qué le sucede a nuestro modelo económico convencional? Que no mira los bienes fondo, se desentiende de la satisfacción de las necesidades. Tampoco mira todos los trabajos necesarios para sostener la vida que están fuera de la esfera laboral y pone el foco sólo en lo que se hace dentro del mercado.

Y, además, pone el foco traduciendo todo el beneficio a un excedente social medido sólo en términos monetarios. Con esta forma de funcionar, las sociedades somos incapaces de distinguir entre las “producciones que sirven para satisfacer las necesidades humanas” y las “producciones que hacen crecer la economía” pero que deterioran los bienes fondo, y además, no tienen por qué estar relacionadas con la satisfacción de necesidades humanas. Por eso nos hace falta repensar esto.

Tenemos un techo ecológico que no hubiéramos debido superar y está pulverizado. Pero tenemos también un mínimo suelo de necesidades por debajo de las cuales no se pueden vivir vidas decentes. Entre ese techo ecológico y, ese suelo de necesidades es donde es posible construir vida buena.

Pues bien, cuando el suelo mínimo de necesidades para algunas personas en el plano material se eleva de una forma importantísima, y hay gente que consume muchísimo más de lo que le corresponde, lo que sucede es que el techo se acorta y por lo tanto, muchas personas, quedan literalmente fuera. Es decir, hemos pasado de un capitalismo de hace unos años de la explotación del trabajo humano y de la producción, a un capitalismo basado en el extractivismo natural y social y, en la expulsión. La mal llamada crisis de refugiados, es un clarísimo ejemplo de personas expulsadas de sus países por guerras, fundamentalmente,  por el control de los recursos, de personas que también salen de sus países por procesos de desertificación y de sequía, agravados por el cambio climático, que salen como pueden, y los pocos que llegan a Europa, no pueden entrar.

 

yayo hitzaldia

Hay un discurso marcadamente y explícitamente fascista en quienes dicen aquí no caben. Pero hay un discurso inconscientemente fascista de aquellos que dicen “acojamos a los refugiados pero no cambiemos los modelo productivos que se mantienen sólo, si saqueamos los recursos naturales de esos países”. Porque esas vallas, que no dejan entrar migrantes, sí que se abren todos los días, para sacar energía, que entren materiales y saquen residuos.
Por tanto, el cambio de modelo productivo, a parte de ser sí o sí, necesitamos apostar por él para que sea en condiciones de equidad y justicia. Y, el cambio de modelo productivo tiene que apostar por disminuciones de la huella ecológica, por disminuciones de gases efecto invernadero, por disminuciones de requerimiento total de materiales, de la cantidad de agua y también, tiene que apostar por incorporar dentro del modelo de producción y de reproducción social, unos trabajos que son los cotidianos del mantenimiento de la vida que no son de mujeres, que son del conjunto de la sociedad y que forman parte indisoluble de ese modelo productivo.

Las opciones que se suelen manejar encima de la mesa, aparte de esta que yo os señalo de cambio de modelo productivo, es una apuesta por el neokeynesianismo. No es posible materialmente volver a un modelo neokeynesiano. La bonanza mineral que hubo en los años 40, que permitió que creciera la economía de este modo, ya no se va a dar nunca. Los puestos de trabajo perdidos que vienen fruto de ese modelo material que declina, no se van a rehabilitar, ni se van a recuperar por esa vía.

Por tanto, necesitamos repensar ese modelo productivo y ver cómo nos vamos a hacer colectivamente cargo de la vida de la gente. Y, la otra opción es la del capitalismo verde. Está encima de la mesa constantemente, y la opción del capitalismo verde tiene el riesgo de ser una opción marcadamente ecofascista. Por la cantidad de energía y de materiales que requiere, se pueden alcanzar tecnologías que parezcan más “verdes”, que solamente sirvan para sostener las necesidades de aquellos  que sean protegidos por el poder económico, por el poder político y por el poder militar. A costa de que cada vez más gente quede fuera. Por tanto, nos va muchísimo en ello.

El cambio de modelo productivo tiene que tener en cuenta que como cuestión central, la producción de vida es una pre-condición para que pueda existir cualquier modelo productivo. Y la producción de vida se logra de esos bienes fondo que tienen que ver con el trabajo con las personas y también los ciclos de la naturaleza. La cuestión de poder es central porque, para poder acometer estos cambios necesitamos mucha auto-organización, mucho movimiento social organizado y también presionar a unas instituciones que sean capaces de planificar y de financiar el cambio estructural que tenemos que hacer.

Creo que cuando hablamos, por ejemplo, de la lucha de clases, merece la pena que resignifiquemos esa lucha de clases. Ya no nos encontramos sólo con una contradicción capital-trabajo, sino que nos encontramos también con que el modelo productivo tiene que incorporar las relaciones con la naturaleza y las relaciones entre las personas porque sin ellas, no hay modelo productivo. Desde esa perspectiva, la noción de clase puede estar mucho más enriquecida porque somos muchas más personas las que podemos tener experiencia de clase y en el extremo, conciencia de clase.

Yayo Herrero: Trabajos y modelos productivos en la crisis sitémica
Webgune honek cookieak erabiltzen ditu
Gehiago irakurri