Josefina ‘Txefi’ Roco Sanfilippo

Sindicalismo social en clave territorial

talaia11 txefi rocoJosefina “Txefi” Roco SanFilippo, Argentinan jaioa, egun LABeko Batzorde sozialeko kidea da.
 

Entre las viejas disputas y las nuevas trincheras

Ampliar la acción socio-sindical, más allá del mundo del empleo formal, implica muchos retos. Nuevos elementos, y otros que antes no se contemplaban tanto, se desvelan como importantes. Las personas trabajadoras, como sujeto múltiple, despliegan diversas luchas que re-significan viejas disputas e inauguran nuevas trincheras poliédricas con diversos niveles, dimensiones, espacialidades y temporalidades.

La sindemia ha venido a cristalizar procesos complejos de vulneración y exclusión preexistentes. A nivel popular, vivimos tiempos convulsos en los que se está dirimiendo el futuro. Quienes detentan los hilos del poder global, tienen clara su estrategia de re-configuración corporativa.

 
El precio de la llamada “recuperación económica” no es otro que la profundización de violentas brechas de desigualdad social, una vez más cuando el agua aprieta lo que se socializa son las deudas.

Reformas y desregulación política, flexibilización del mercado laboral formal, pérdida y abaratamiento del empleo, incertidumbre de las condiciones de existencia y mercantilización de derechos sociales y vitales fundamentales se han vuelto moneda corriente para las clases y sectores populares de Euskal Herria. Sin embargo, al tiempo que se coartan libertades  y se complejizan los mecanismos de control; desde los territorios, pueblos y barrios brotan pisando barro, como diría Periko Solabarria, múltiples y creativas resistencias.

 
En este marco, dinámico y complejo para todas, repensar-nos como sindicato social implica re-situarnos y colocarnos otras “gafas” para ver de un modo más integral el conjunto de dimensiones que (re)producen las condiciones y situaciones vitales de las y los trabajadoras vascas.

Derechos fundamentales y laborales se trenzan. Sanidad, precarización y uberización, prestaciones sociales, derecho a la vivienda y al empadronamiento, situación de extranjería, pensiones dignas, diversidad funcional, sexual, cultural y/o racial; representan aristas que a menudo se interconectan y retroalimentan desdibujando las fronteras entre unas y otras. A nivel territorial, nos encontramos con arenas movedizas.

 

Luchas y transformaciones socio-espaciales en Euskal Herria
El capitalismo neoliberal, el colonialismo y el hetero-patriarcado han sabido sustentarse en dinámicas territoriales concretas que se hacen fuertes desde lo cotidiano.

En Euskal Herria estos engranajes y sus diferentes fases, se han ido materializando a través de transformaciones socio-espaciales.

Las personas trabajadoras, como sujeto múltiple, despliegan diversas luchas que re-significan viejas disputas e inauguran nuevas trincheras poliédricas

En los años 50´ el modelo socio-económico vasco centrado en la explotación agrícola, ganadera y pesquera a pequeña escala y en el baserri como unidad social-relacional-productiva-reproductiva-euskaldun se vio violentada con la revolución industrial y la revolución verde. Así, en este período la estrategia de apostar por la expansión industrial como motor económico de Euskal Herria combinó diferentes procesos que tuvieron su correlato en los territorios y en la sociedad vasca. Entre estos, la intención de vaciamiento del mundo rural a través con la imposición de duros requisitos para las y los baserritarras, la puesta de “alfombra roja” para el desarrollo de grandes infraestructuras desmontando los montes, la migración como estrategia de supervivencia hacia los centros urbanos, y el crecimiento acelerado de núcleos habitacionales y carente de planificación urbana estratégica más que la que marcó la especulación y la acumulación; son algunos de los elementos característicos de este proceso. En suma, el modelo industrial vasco en el que destacaron los altos hornos, la siderurgia, la industria del metal, la naval, la automotriz, la papelera, etc. generó todo un imaginario simbólico, material y espacial que marcó tanto a las y los vascos, como a los pueblos y territorios.

Pero como parece que nada es para siempre, la modernización neoliberal impuso una nueva fase de cambios del anterior modelo socio-económico y espacial vasco. Una segunda y veloz metamorfosis llegó para transformar aquella Euskal Herria Industrial y convertir a las urbes vascas en un nuevo atractivo para el capital global. Para ello, el reto fue implementar en las urbes vascas un nuevo modelo cosmopolita y saneado que pusiera como eje central de ese cambio el impulso de los servicios, el tercer sector y las grandes infraestructuras arquitectónicas y de mega-eventos.

Una vez más, buena parte de las relaciones socio-espaciales se trastocaron. El sello “basque for export” tiene un precio elevado que pagan los sectores populares. El desarrollo de centros urbanos de postal con obras de arquitectura emblemática y altos presupuestos, no sólo no han respondido a las necesidades vitales de las vecinas y vecinos de los territorios sino que se han traducido en altos costes derivados de la cesión de terrenos municipales y del cambio de nominación del uso del suelo para la especulación de grandes inversores tras-nacionales en desmedro del corte de la vivienda como derecho fundamental.

Inversión extranjera, especulación y acumulación han motivado a las grandes élites económicas y conservadoras; a costa de derechos fundamentales y re-privatización de las vidas de las clases populares vascas. El conflicto capital-trabajo vehicular de luchas históricas de nuestro pueblo, ahora se extiende al conflicto capital-vida, ya que este nuevo modelo resulta insostenible. No pone en el centro las vidas ni la eco-interdependencia.

 

Repensar las narrativas y sentidos del territorio desde lo popular
Frente al recorte de derechos, re-privatización y precarización, individualismo, consumismo, anonimato y des-afección; laten redes, vínculos y tramas que desde los territorios, barrios y pueblos regeneran una espacialidad en clave colectiva con redes sociales de reconocimiento, cuidados y resistencia.

Como se recoge en los diferentes artículos de este número de Talaia, dinámicas sociales y las formas espaciales son co-constitutivas y co-constituyentes. A través de interrelaciones constantes, los espacios urbanos y las personas que habitan las ciudades, los pueblos y los barrios se configuran mutuamente.

El capitalismo neoliberal, el colonialismo y el hetero-patriarcado han sabido sustentarse en dinámicas territoriales concretas que se hacen fuertes desde lo cotidiano.

Como lo hemos visto, en cada momento y territorio, sin que se repare demasiado en ello, al mismo tiempo que las formas espaciales cristalizan y garantizan la reproducción de procesos sociales, políticos, económicos y culturales; las prácticas y las relaciones sociales intervienen (por acción y omisión) en la configuración y en la modificación de las formas, de los usos y de los sentidos de los espacios urbanos.

La “territorioalidad” es una construcción social dada por lo producido, lo vivido y lo percibido. Los procesos materiales en torno a los cuales se constituyen los espacios y los territorios no son menos importantes que los subjetivos, que los sentidos y las representaciones que sobre éstos realizamos las diversas personas, trabajadoras y trabajadores, vecinas y vecinos. Cada espacio, cada trinchera, es susceptible de ser transformada porque son los procesos colectivos y las acciones sociales las que dan sentidos, e intervienen y transforman las formas y las estructuras urbanas.

 

Aterrizar el nuevo sindicalismo social
Mirar nuestras prácticas territoriales como parte y producto del conjunto de relaciones de poder y de procesos sociales, políticos, económicos, es uno de los nuevos retos que conlleva ampliar la acción socio-sindical en el marco territorial.  

Revisar la geografía urbana, su planificación y regulación, así como las prácticas y relaciones socio-espaciales que se despliegan desde los sectores populares, conlleva asumir y sentí-pensar los espacios y la espacialidad, los territorios y la territorialidad, como producto de relaciones e interrelaciones dinámicas, como esfera de posibilidad de existencia de la multiplicidad que cuestiona y transforma desde lo local, lo múltiple, lo común.

Las prácticas y las relaciones sociales intervienen (por acción y omisión) en la configuración y en la modificación de las formas, de los usos y de los sentidos de los espacios urbanos

Las condiciones de posibilidad de la recreación de unos territorios, de unas prácticas territoriales y de un hábitat emancipador, eco-ínter-dependiente y de cuidados no se construirá unilaterelmente desde los despachos de especialistas y técnicos sino desde las vivencias y experiencias de las diversas personas trabajadoras, las mujeres, las personas adultas mayores,  las personas con diversidad funcional, con diversidad de opción sexo-afectiva, las personas migradas, racializadas, las empobrecidas, las y los niños.

Desde LAB como organización socio-sindical, nos preocupa y nos ocupa dar pasos concretos hacia la transición feminista y eco-socialista, hacia el ejercicio efectivo y pleno del derecho a la ciudad para todas las personas; en tanto derecho en el que prime la función social del territorio y que poniendo las vidas de todas en el centro sea condición de posibilidad para unos vínculos socio-espaciales en clave de soberanía y de justicia para todas las vidas, humanas y no humanas. En ese camino, caminamos.

 

Josefina ‘Txefi’ Roco Sanfilippo
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