Blanca Valdivia y Sara Ortiz

Crítica a la turistificación de nuestros barrios desde una perspectiva feminista

talaia06 blanca valdivia gutierrezBlanca Valdivia Gutierrez (1981) es socióloga urbana por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gestión y Valoración Urbana en la Escuela de Arquitectura Superior de Barcelona, donde está acabando el doctorado.
 
talaia06 sara ortiz escalanteSara Ortiz Escalante (1978) es socióloga por la Universidad Autónoma de Barcelona y tiene un máster en planificación urbana en la University of Illinois at Urbana-Champaig. Está acabando su doctorado en la Universidad de British Columbia.
 
Ambas son socias de Col·lectiu Punt 6, cooperativa de urbanistas que trabajan por repensar espacios domésticos, comunitarios y públicos desde una perspectiva feminista e interseccional.
 

El turismo, como todo fenómeno social, no es algo neutro, sino que se rige por los principios de un sistema capitalista, patriarcal y colonialista. Estos determinantes configuran quién hace turismo, cómo y dónde se hace y qué impactos tiene la turistificación sobre los territorios.

Cuando nos preguntamos quién puede hacer turismo es obvio que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades. Por una parte, vivimos en un mundo globalizado de libre circulación de capitales y mercancías, en el que coexisten un sistema colonialista de fronteras que controla, obstaculiza y penaliza el movimiento de una parte de población del mundo, mientras que una pequeña parte privilegiada, podemos transitar sin casi ningún problema por casi cualquier país del mundo y además se nos anima a hacerlo a través de la publicidad, la prensa y la ficción. No es casualidad que de las personas que visitaron el Estado Español durante 2017, solamente un 5,88% eran procedentes de países de África y Asia1.

“El urbanismo feminista plantea repensar la ciudad desde la vida cotidiana, evidenciando la diversidad de experiencias y necesidades”

También existe una clara exclusión desde el punto de vista de la clase social, ya que, a pesar de la expansión del turismo de masas, son las clases privilegiadas quienes más posibilidades tienen de viajar por la capacidad de desembolso. Según datos del INE del 2015 en el Estado Español un 40,6% de personas no pueden permitirse irse de vacaciones al menos una semana al año2.
Por último, en quién viaja también hay un sesgo de género. Cuestiones como la falta de tiempo disponible, las responsabilidades familiares vinculadas con los cuidados (el 80% de las personas cuidadoras de personas enfermas o mayores son mujeres3) o la feminización de la pobreza (mayor porcentaje de desempleadas, salarios más bajos, menos pensiones y con ingresos más bajos….)4 inciden directamente en la posibilidad de viajar para las mujeres. Otro aspecto que hay que tener en cuenta desde la perspectiva de género, es la percepción de seguridad que condiciona la libertad de movimiento de las mujeres en su vida cotidiana5 y que puede también influir en la decisión de una mujer de viajar. Esta percepción subjetiva de inseguridad aumenta con todo un mecanismo social de control hacia el cuerpo de las mujeres. Recordemos, por ejemplo, el juicio mediático al que sometieron a las dos jóvenes argentinas asesinadas en Ecuador mientras viajaban de mochileras, en el que gran parte de la prensa se preguntaba por qué estas dos chicas viajaban solas, en una perversa y machista estrategia de culpabilización a las propias víctimas.

“La percepción de seguridad que condiciona la libertad de movimiento de las mujeres en su vida cotidiana y puede también influir en la decisión de una mujer de viajar”

El cómo y el dónde se hace turismo y los impactos que tiene la turistificación sobre los territorios también pueden abordarse desde una perspectiva feminista. El urbanismo feminista plantea repensar la ciudad desde la vida cotidiana, evidenciando la diversidad de experiencias y necesidades y poniendo la sostenibilidad de la vida en el centro. El modelo de ciudad hecho para sustentar los engranajes del mercado turístico, rompe la vida cotidiana de los barrios y no tiene en cuenta los cuidados. La turistificación homogeneiza los espacios urbanos que pasan por la tabula rasa del interés económico, en la que la ciudad se convierte en un producto de consumo más.

 

point 6

Foto del equipo de trabajo del Col·lectiu Punt 6

 

La ciudad turistificada está en continua transformación para adaptarse a las demandas del mercado. Estos cambios se concretan en la desaparición del comercio de proximidad, el aumento del precio de los bienes de consumo en los barrios más turistificados, la expansión de los pisos turísticos que conllevan un incremento exponencial de los precios de la vivienda y la expulsión de las vecinas, la masificación del transporte público cuando hay eventos privados que atraen a muchas personas (festivales de música, mobile congress, competiciones deportivas…),  la ocupación de la calle de grupos numerosos que dificultan el tránsito de otras personas, la percepción de inseguridad que provocan los grupos de ciclistas, la privatización del espacio público de motos o bicis de alquiler para turistas, la pérdida de espacios que no sean de consumo para el desarrollo de la vida comunitaria, la proliferación de zonas monofuncionales de ocio nocturno y de calles anónimas….

“La percepción de seguridad que condiciona la libertad de movimiento de las mujeres en su vida cotidiana y puede también influir en la decisión de una mujer de viajar”

Como cooperativa feminista ubicada en el centro histórico de Barcelona, en los últimos diez años hemos presenciado el monocultivo turístico, con una homogeneización del comercio que se va transformando en tiendas de souvenires, minúsculos establecimientos con comida para llevar, heladerías, pizzerías, o tiendas con productos que puedan parecerle sugerente a una población que está de paso y que puede pagarlo. La ley del mercado al servicio del turismo, mata al comercio de proximidad. Pero este comercio, como ya señalaba Jane Jacobs6 cumple un papel fundamental en la vida de nuestras ciudades, hace que las calles estén más vivas, mejora la percepción de seguridad y permite establecer vínculos con las personas vecinas, desde ser el sitio de referencia para dejar las llaves, hasta hacer de antena y cuidar que las personas mayores que viven solas en el barrio están bien7.

En muchas zonas de Barcelona, y sobre todo en la trama urbana del centro histórico, la movilidad peatonal se convierte en una yincana cotidiana para las personas que se desplazan a pie, mayoritariamente mujeres (Barcelona, 53,7%8) con aceras ocupadas por la proliferación de artefactos (segways, patinetes, trixis…), grupos grandes de turistas, pelotones de ciclistas inexpertxs y motos y bicicletas de alquiler aparcadas invadiendo la calle. Ante esta vorágine cotidiana, se acaba imponiendo la ley del más fuerte, y personas mayores, personas cuidadoras, enfermas, niños y niñas, personas que van con carritos de bebé…acaban limitando sus desplazamientos por la ciudad o eligiendo recorridos más largos para evitar zonas de aglomeraciones turísticas.

“Se acaba imponiendo la ley del más fuerte, y personas mayores, personas cuidadoras, enfermas, niños y niñas, personas que van con carritos de bebé…acaban limitando sus desplazamientos por la ciudad”

El aumento de pisos turísticos ha desencadenado un efecto de bola de nieve, que ha derivado en expulsión de personas vecinas de los barrios con mayor interés turístico (en el caso de Barcelona, los pisos turísticos se han extendido por toda la ciudad), un aumento de la demanda de viviendas de alquiler y una menor oferta de pisos, y el precio de las viviendas se ha disparado en toda la ciudad, llegando a extenderse a la primera corona metropolitana. El incremento del precio de la vivienda afecta también en mayor medida a las mujeres que tienen ingresos más bajos.
A ella se le suma, la aparición de zonas de ocio nocturno monofuncionales que mayoritariamente sirven al turismo, como el caso del Port Olímpic y que impactan en la vida de barrios colindantes como la Barceloneta, pero que a su vez representan un gasto público de limpieza viaria para ordenar los destrozos que provoca un ocio que normativiza el consumo de alcohol y drogas y sus consecuencias. Además, es un ocio claramente heteronormativo y que exacerba la objetivación y la sexualización del cuerpo de las mujeres. Muchas veces este tipo de ocio también está vinculado al turismo sexual, siendo Barcelona uno de los principales destinos sexuales, y por lo tanto, también reproduciendo una cultura de ocio patriarcal.

“La movilidad peatonal se convierte en una yincana cotidiana para las personas que se desplazan a pie, mayoritariamente mujeres”

El objetivo de este artículo no es caer en la retórica de que cualquier tiempo pasado fue mejor y que la turistificación de nuestras ciudades es la culpa de todos nuestros males. Hay muchas cosas que estaban mal en nuestras ciudades antes, pero es imposible mejorar nuestra vida en la ciudad si los cambios vienen impuestos desde el mercado.

Sin embargo, creemos que todavía pueden desarrollarse estrategias para frenar la deriva de la turistificación. Más que medidas restrictivas que pueden elitizar aún más los viajes turísticos, consideramos que se tienen que promover medidas que garanticen el desarrollo de la vida cotidiana en los barrios. Desde las políticas públicas estableciendo un porcentaje mínimo de viviendas vecinales por edificio, manzana y barrio, limitando el precio de alquiler de viviendas y locales, elaborando planes de uso que fomente el comercio de proximidad, las cooperativas de trabajo y consumo, limitando el número de terrazas y locales de ocio nocturno. Desde los movimientos sociales creando redes de apoyo mutuo para evitar la expulsión de las personas vecinas (como muchos grupos de vivienda de barrios que llevan años trabajando), visibilizando los conflictos y abusos por parte del sector turístico, ocupando y reapropiándose de espacios públicos privatizados….

El urbanismo feminista no responde a los intereses del mercado, que son contrarios a la sostenibilidad de la vida y reivindica una ciudad en la que diversidad de necesidades puedan ser satisfechas. A partir de una mirada ecofeminista, también debemos cuestionarnos cómo podemos cambiar las maneras de hacer turismo en las ciudades y reflexionar sobre qué consecuencias tiene este privilegio que disfrutamos algunas en la pérdida de la vida cotidiana, la gentrificación, la explotación laboral (principalmente a mujeres1) y el incremento de la exclusión en la mayoría de ciudades turísticas del mundo.

 

 


Notas

 

1 Estadística de Movimientos Turísticos en Fronteras (FRONTUR) noviembre 2017. Instituto Nacional de Estadística | Volver

2 https://www.elmundo.es/sociedad/2016/05/24/57441c57ca4741426c8b45e2.html | Volver

3 Instituto Nacional de Estadística | Volver

4 https://www.publico.es/sociedad/feminizacion-pobreza-principal-causa-pobreza-mujer.html | Volver

5 Sara Ortiz “Nocturnas. La vida cotidiana de las mujeres que trabajan de noche en el Área Metropolitana de Barcelona” http://www.punt6.org/guias-propias-de-col%C2%B7lectiu-punt-6/ | Volver

6 Jane Jacobs “Muerte y vida de las grandes ciudades” | Volver

7 Proyecto Radars del Ayuntamiento de Barcelona | Volver

8 Enquesta de mobilitat en diez feineres 2013 (EMEF) | Volver

 

Blanca Valdivia y Sara Ortiz
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